NO TODO
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Es clásico decir que en la psicosis, el inconsciente está en la superficie, (…) Traduciendo a Freud, decimos: el inconsciente es un lenguaje. Que esté articulado, no implica empero que esté reconocido. La prueba es que todo sucede como si Freud tradujese una lengua extranjera, y hasta la reconstituyera mediante entrecruzamientos. El sujeto está sencillamente, respecto a su lenguaje, en la misma relación que Freud. Si es que alguien puede hablar una lengua que ignora por completo, diremos que el sujeto psicótico ignora la lengua que habla. ¿Es satisfactoria esta metáfora? Ciertamente no. El asunto no es tanto saber por qué el inconsciente que está ahí, articulado a ras de tierra, queda excluido para el sujeto, no asumido, sino saber por qué aparece en lo real. Espero que muchos de ustedes recuerden el comentario que Jean Hyppolite hizo aquí de la Verneinung, (…) Lo que destacaba claramente su análisis de este texto fulgurante, es que, en lo inconsciente, todo no está tan sólo reprimido, es decir desconocido por el sujeto luego de haber sido verbalizado, sino que hay que admitir, detrás del proceso de verbalización, una Bejahung primordial, una admisión en el sentido de lo simbólico, que puede a su vez faltar. (…)
Puede ocurrir que un sujeto rehúse el acceso, a su mundo simbólico, de algo que sin embargo experimentó, y que en esta oportunidad no es ni más ni menos que la amenaza de castración. Toda la continuación del desarrollo del sujeto muestra que nada quiere saber de ella, Freud lo dice textualmente, en el sentido reprimido. Lo que cae bajo la acción de la represión retorna, pues la represión y el retorno de lo reprimido no son sino el derecho y el revés de una misma cosa.
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Lo reprimido siempre está ahí, y se expresa de modo perfectamente articulado en los síntomas y en multitud de otros fenómenos. En cambio, lo que cae bajo la acción de la Verwerfung tiene un destino totalmente diferente. No es inútil recordarles al respecto mi comparación del año pasado entre ciertos fenómenos del orden simbólico y lo que sucede en las máquinas, en el sentido moderno del término, esas maquinas que todavía no llegan a hablar, pero que de un minuto a otro lo harán. Se las nutre con pequeñas cifras y se espera que nos den lo que quizá nos hubiera tomado cien mil años calcular. Pero sólo podemos introducir cosas en el circuito respetando el ritmo propio de la maquina: si no, caen en el vacío, no pueden entrar. Podemos retornar la imagen. Sólo que además, todo lo rehusado en el orden simbólico, en el sentido de la Verwerfung, reaparece en lo real. El texto de Freud carece de ambigüedad en este punto. Se trata, como saben, del Hombre de los lobos, quien no deja de dar fe de tendencias y propiedades psicóticas, como lo demuestra la breve paranoia que hará entre el final del tratamiento de Freud y el momento en que es retornado a nivel de la observación. Pues bien, que haya rechazado todo acceso de la castración, aparente sin embargo en su conducta, al registro de la función simbólica, que toda asunción de la castración por un yo (2) (Je) se haya vuelto imposible para él, tiene un vínculo muy estrecho con el hecho de haber tenido en la infancia una breve alucinación de la cual refiere detalles muy precisos. La escena es la siguiente:
Jugando con su cuchillo, se había cortado el dedo, que sólo se sostenía por un pedacito de piel. El sujeto relata este episodio en un estilo que está calcado sobre lo vivido. Parece que toda localización temporal hubiese desaparecido. Luego se sentó en un banco, junto a su nodriza, quien es precisamente la confidente de sus primeras experiencias, y no se atrevió a decírselo. Cuán significativa es esta suspensión de toda posibilidad de hablar; y justamente a la persona a la que le contaba todo, y especialmente cosas de este orden. Hay aquí un abismo, una picada temporal, un corte de la experiencia, después de la cual resulta que no tiene nada, todo terminó, no hablemos más de ello. La relación que Freud establece entre este fenómeno y ese muy especial no saber nada de la cosa, ni siquiera en el sentido de lo reprimido, expresado en su texto, se traduce así: lo que es rehusado en el orden simbólico, vuelve a surgir en lo real.
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Hay una estrecha relación entre, por un lado, la denegación y la reaparición en el orden puramente intelectual de lo que no está integrado por el sujeto; y por otro lado, la Verwerfung y la alucinación, vale decir la reaparición en lo real de lo rehusado por el sujeto. Hay ahí una gama, un abanico de relaciones. (…)
SEMINARIO 3 INTRODUCCIÓN A LA CUESTIÓN DE LAS PSICOSIS -PÁG.10-
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